jueves, 8 de enero de 2015

La responsabilidad social ante las desigualdades educativas.

Hablar de desigualdades educativas es hablar de las desigualdades reales que existen en la distribución de los capitales humanos, económicos y sociales que afectan a las personas que están en edad de escolarización.

En muchas ocasiones esas desigualdades no son producto de injusticias sociales, por ejemplo en la medida en que hay diversidad de capacidades cognitivas que no son generadas por la sociedad, sino por la misma naturaleza, no podemos decir que haya una injusticia social. Pero en muchos otros casos si son producto de una injusticia social, por ejemplo no disponer de la posibilidad geográfica de acudir a un centro educativo con los mismos estándares de calidad de otras zonas geográficas, porque la sociedad ha decidido no invertir en el desarrollo educativo de determinada zona, y eso sí es una injusticia social.

Cuando hablamos de la responsabilidad social ante las desigualdades educativas, hablamos de ofertar una igualdad de oportunidades, que es hablar de paliar, en la medida de lo posible, las dificultades para desarrollarse completamente como personas de todos los ciudadanos, tengan las diferencias que tengan, que es precisamente el objeto final del proceso educativo, independientemente de su capital humano, económico o social.

Si la educación es un derecho fundamental del ciudadano y la igualdad de oportunidades un principio reconocido como básico por la sociedad, se entiende que es la propia sociedad y sus instancias oficiales, quienes deben velar por el cumplimiento de ese derecho y evitar que surjan desigualdades en ese terreno.

No obstante, existen desigualdades educativas, en la medida que existen desigualdades de capital humano. Hablamos de capacidades cognitivas diferentes, de habilidades corporales distintas, de menores posibilidades de desarrollo sensitivo y motriz, etc., lo que en el lenguaje escolar se define como Necesidades Educativas Específicas o Dificultades de Aprendizaje. Estas no pueden ser “igualadas”, en el sentido de que no podemos, por ejemplo, devolver la vista a un niño ciego, pero sí se debe trabajar sobre estas personas para intentar, en la medida de las posibilidades reales, que ese niño ciego tenga similares oportunidades de incorporación a la sociedad como todos los demás niños de su edad. Este tipo de desigualdades habitualmente se compensan desde las instituciones educativas que asumen la responsabilidad social que se deriva de ellas, a través de propuestas de Atención a la Diversidad y atención a las Necesidades Educativas Específicas y reguladas por la Ley.

Otro tipo de desigualdades educativas son las procedentes de las desigualdades económicas y sociales. Hablamos de desigualdades por zonas geográficas, por procedencia de familias inmigrantes, por desestructuraciones familiares o por falta de recursos económicos para afrontar estudios superiores. También, en la medida que se han consagrado los principios del Derecho a la Educación y la Igualdad de Oportunidades, deben ser las instituciones educativas quienes sean las responsables sociales de paliarlas. Para ello se establecen programas de Educación Compensatoria, Transporte y Comedor Escolar, Becas, etc., que habitualmente están previstas por la legislación.

No obstante, a pesar de las actuaciones bajo la responsabilidad social de las instituciones educativas, siguen existiendo desigualdades educativas, muchas de ellas que se manifiestan fuera del ámbito escolar o una vez finalizada la edad obligatoria de escolarización. Aunque también sobre estas procuran las instituciones sociales asumir cierta responsabilidad, realmente deben ser otras organizaciones sociales “no oficiales” quienes trabajen para paliar las consecuencias, unas propias del terreno educativo y otras en las que entramos en el terreno de las desigualdades sociales y laborales.


Por ejemplo mi hija está colaborando como voluntaria en Cáritas, ayudando en las tareas escolares con niños y niñas con escasos recursos, incluso aportando algunos alimentos para que merienden adecuadamente a la vez que realizan sus deberes escolares, es una buena forma de poner un grano de arena en su responsabilidad social como ciudadana para paliar ciertas desigualdades educativas.