miércoles, 13 de septiembre de 2017

AHORA LA UNIÓN ES MAYOR

Hace unos meses escribí en este blog una reflexión titulada “Demostrado científicamente”. En aquellas letras pretendía decir algo tan sencillo como que a los matrimonios que rezan unidos les resulta más sencillo amarse, reconciliarse si se han peleado, perdonarse si se han ofendido y, en definitiva, mantenerse unidos en el amor que un día se profesaron públicamente.

Pues, ni pintado me acaba de llegar una breve historia desde Torreciudad, en la que se vuelve a corroborar esa máxima: “familia que reza unida, permanece unida”. En este caso se trata de la situación extrema de una pareja que está decidida a divorciarse y, no se sabe muy bien por qué, acude a un santuario de la Virgen, al parecer sin grandes pretensiones… Dejemos que nos lo relate el mismo rector del Santuario don Pedro Díez-Antoñanzas:

"A primera hora de la tarde vi a una joven pareja con cara de pocos amigos mirando la imagen de la Virgen de Torreciudad que tenemos en la explanada, junto al altar al aire libre.

Yo iba con algo de prisa, pero como estaban en mi camino, algo me empujó a preguntarles: -"¿qué tal?". Por el tono y la expresión, enseguida percibieron que no era una fórmula de simple cortesía. -"Muy mal", respondió él. -"Vamos a divorciarnos, y hemos venido aquí como último recurso, a ver si la Virgen arregla nuestro matrimonio. Porque esta es nuestra última oportunidad."

 No era tema para hablar en público, desde luego, pero no quisieron aceptar una conversación en otro lugar. Así que sólo pude animarles a que asistieran al rezo del rosario y a la exposición y bendición solemne con el Santísimo que yo iba a celebrar al poco rato en el santuario. Él no sabía lo que era; ella recordó lo que le explicaron de pequeña en el colegio, un centro educativo atendido por monjas. 

El caso es que dijeron que sí, que entraban. Durante el acto de culto les puse a los pies del Señor y de la Virgen, y al terminar salí al atrio para saludar a varias personas conocidas. En ese momento, los vi esperándome con los ojos humedecidos por las lágrimas. -"¿Qué ha ocurrido?", pregunté. 

-"Esto se ha arreglado -dijo ella-, a mitad del rezo del rosario, nos hemos mirado a los ojos y nos hemos cogido de la mano. No han hecho falta palabras, en ese momento, los dos sabíamos que todo se había arreglado, que la Virgen lo había hecho, que nuestro matrimonio estaba salvado". 

-"Y una señora -apuntó él- nos ha dicho que mañana también hay rosario y bendición, así que hemos decidido quedarnos a hacer noche por aquí cerca para poder asistir también mañana". 

Es difícil describir cómo era la expresión de nuestros tres rostros, aunque estoy convencido de que la mayor sonrisa en ese momento se encontraba en el Cielo."

Efectivamente, no es ningún secreto que, en ocasiones, al marido o a la mujer nos dan ganas de mandar todo a “hacer puñetas”, de romper nuestro compromiso de amor eterno que nos hicimos… y todo por “es que siempre dices…”, “es que siempre haces…”, “eso me ha dolido…”, “ya estoy harta de tus…”, etc.

¿Qué pasa si en lugar de reprocharnos aprovechamos para rezar el rosario los dos juntos? Pues pasa lo que les pasó a esa pareja que fue a Torreciudad, “que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, … haya sido desamparado de Vos”, y la unión entre ambos se hace mayor. Algún día lo demostraré científicamente.

martes, 20 de junio de 2017

LOS BESOS QUE PREFIEREN LOS NIÑOS

Circula un vídeo por las redes sociales muy divertido: Se trata de una escena familiar, sale un niño (que no llegará a tener un año) y sus papás. El niño sonríe y disfruta cada vez que sus papás le dan besos. Sin embargo, aparentemente los padres quieren hacer rabiar al niño y, de vez en cuando, en lugar de besarle a él, se besan entre ellos. Cada vez que esto sucede, el niño llora manifestando su malestar. Probablemente se trata de un vídeo gracioso, sin mayores pretensiones, y de ahí que lo hayan colgado en la red.


Pero este vídeo y la situación graciosa que muestra, nos da mucho que pensar. Lo evidente es que los niños son egocentristas y quieren todo lo bueno para ellos y por tanto, si perciben que eso bueno (en este caso el beso) se lo quitan para dárselo a otros, protestan airadamente, independientemente de que los otros sean sus propios padres. Lo no evidente, es que los padres de la criatura que fue fruto de su amor, siguen configurando el desarrollo de su hijo, también a través del amor entre ellos. Me explico.

Efectivamente, esa escena del vídeo es vivida de modo habitual en cualquier familia. Es bonito dar besos a los hijos, es una forma frecuente de mostrar el amor que les tenemos, y cuando son tan pequeños es más habitual “comérselos a besos”. Por tanto es muy natural que los padres muestren el amor que les tienen a sus hijos de una forma sensible, como es un beso, y eso agrada a quien recibe esa manifestación de cariño.

Pero ese cariño no es más que la extensión del amor que se tienen (o se deben tener) los padres de la criatura. Si los hijos observan las manifestaciones de cariño que se dan entre sus padres, primero observan con curiosidad, posteriormente sonríen, luego (aunque con cara de vergüenza) se sienten satisfechos de que sus padres se quieran tanto. En definitiva acaban descubriendo que, en la medida que sus padres se quieren, ese cariño “les rebota” y les llega a ellos.

Volviendo al vídeo, en la medida que los hijos van creciendo, saben voltear el experimento y acaban comprendiendo que los besos que se dan papá y mamá son mucho más importantes que los besos que les dan a los hijos, precisamente porque esos besos por extensión les llegan a ellos. Y finalmente hacen el gran descubrimiento: “los padres, para quererles a ellos, sus hijos, primero se tienen que querer entre ellos”.

Si fuese posible quitar las vergüenzas adolescentes, me gustaría hacer un experimento, mantener una escena de besos de los padres al hijo adolescente, y de vez en cuando que los padres se besasen entre ellos. Estoy absolutamente convencido que el hijo prefiere estos segundos. Te animo a hacer la prueba.


En definitiva, si los hijos son frutos del amor entre los padres, los besos entre los propios padres son manifestación de aquel amor, y siguen dando frutos de amor, en forma de nuevos hijos, o en forma del desarrollo de los hijos que ya llegaron.

viernes, 19 de mayo de 2017

DEMOSTRADO CIENTIFICAMENTE

Como señala Wikipedia, el método científico es el procedimiento que ha caracterizado a la ciencia natural desde el siglo XVII, que consiste en la observación sistemática, medición, experimentación, la formulación, análisis y modificación de las hipótesis. En resumen que después de observar atentamente el comportamiento de algo, se formula una hipótesis y se analiza a fondo para comprobar si se cumple o no. Más adelante la misma wikipedia añade un epígrafe que titula: El método científico como método para la eliminación de falacias y prejuicios.

Pues eso es lo que voy a hacer en estas línea con una hipótesis que escuchaba a mi abuela mientras jugábamos a unas curiosas cartas de familias multirraciales. Y mi abuela decía: “familia que reza unida, permanece unida”. Esta investigación trata, por tanto, de demostrar si lo que decía mi abuela es una falacia y un prejuicio, o por el contrario es una afirmación científica.

Procedo a la observación sistemática de familias que rezan unidas. Obviamente simplifico el concepto de familia como un núcleo de un varón y una mujer, que han tenido o no descendencia e incluso pueden alojar o no ascendientes en su hogar. Anoto todas las familias que conozco, y no son pocas.

Realizo una medición para anotar de entre las familias conocidas, aquellas a las que he visto rezar juntas, es decir, aquellas que, al menos, el núcleo familiar (varón y mujer) acuden juntos a la iglesia, se les ve juntos rezar en algún acto religioso público (una romería, una procesión, etc.).

Posteriormente indago sobre las familias a las que he visto rezar juntas, es decir, experimento, señalando aproximadamente las fechas del inicio de su compromiso familiar (o sea desde que se casaron) hasta la fecha de hoy y cuál es su situación de unidad en este momento, o bien si finalizó su relación por causas naturales, es decir se murió alguno de ellos o ambos.

Finalmente compruebo la conclusión de la hipótesis inicial que hacía mi abuela, es decir si “permanecen unidas”, y si se cumple dicha hipótesis en aquellas familias que se ajustan a la premisa inicial, es decir “familias que rezan unidas”.

El resultado de la investigación arroja un 100%. Es decir de cada 100 familias que he conocido a lo largo de mi vida que rezaban unidas, las 100 se encuentran unidas o finalizaron su relación, por muerte de alguno de ellos, estando unidas.


Así pues, queda científicamente demostrado que la hipótesis de mi abuela: “familia que reza unida, permanece unida” no es ninguna falacia ni se sustenta en prejuicios.