lunes, 26 de febrero de 2018

La educación según Platón

Últimamente le estoy dando vueltas a cómo nos podría ayudar en nuestra tarea educativa de padres y profesores, las diversas concepciones sobre la educación que escribieron los grandes filósofos y pedagogos antiguos. Quisiera empezar por uno de los más difíciles de entender, sobre todo teniendo en cuenta la tendencia actual a no considerar que sus obras y escritos están enmarcados en un contexto social determinado, y caemos en la tentación de considerarlos como un producto de nuestros días, cometiendo así un gran anacronismo.

Por ello vamos a obviar, que no omitir, algunas de las ideas platónicas propias de la época espartana (estamos hablando del siglo IV a.C.), tales como que la educación debía estar totalmente en manos del Estado y que se debía apartar a los niños de sus padres. Ambas ideas son producto de los deseos de Platón de arreglar el gran problema social de la época: la superación del egoísmo y de la corrupción, para crear una democracia y una comunidad de hombres formados de acuerdo a unas normas universales.

Pero sí vamos a centrarnos en el término paideia (educación) para señalar dos aspectos, uno para determinar lo que no es educación, para Platón la educación no es la instrucción en un oficio o la formación profesional; y otro para definir lo que sí es, Platón entiende la educación como aquella acción que “inculca la virtud de desear convenirse en un perfecto ciudadano con saber suficiente para gobernar y ser gobernado en justicia”.

Para entender mejor a Platón cuando habla de construir un ciudadano virtuoso, tenemos que observar que en la teoría platónica, el Estado, al igual que el alma individual, está constituido por tres partes: la concupiscible (productores y comerciantes), la irascible, (hombres de armas) y la racional (filósofos). De tal forma que individualmente se alcanza la virtud controlando la concupiscencia y la ira con la razón. Para poder culminar su deseo de constituir la polis como una sociedad justa, moralmente buena, eso sólo se podría hacer mediante la paideia (educación), de tal forma que una persona debía llegar a ser justa y llevar una vida moralmente buena, logrando gobernar la concupiscencia y la ira a través de la razón.

Es sobre estos últimos aspectos, sobre los que podemos pedalear para que nos puedan servir de ayuda en nuestra tarea educativa de padres y profesores. En definitiva Platón nos invita a inculcar la virtud en los niños y niñas, para que lleguen a ser perfectos ciudadanos. Dicho en términos de actualidad, a los niños hay que ayudarles a esforzarse para ser ordenados, sinceros, alegres, laboriosos, respetuosos, etc. (aquí cada uno puede poner mayor énfasis en las virtudes que a uno le parezcan más oportunas), y añadiría, con san Pablo, que por encima de todas ellas está el amor.


De esta forma tendríamos ciudadanos que establecen un orden en las cosas materiales y en las no materiales, por ejemplo dando mayor valor a lo que es más importante; tendríamos ciudadanas que dicen la verdad con la consiguiente prudencia para decirla de modo respetuoso y sin ofender a otras ciudadanas; tendríamos vecinos alegres que saludan por las mañanas con una sonrisa, que muestran su alegría en las circunstancias positivas o no tan positivas que acaecen a otras personas; tendríamos trabajadoras responsables que afrontan sus tareas con decisión e intentan hacerlas con la mayor eficiencia posible, que no se escaquean de su trabajo; tendríamos personas respetuosas con las demás personas, que no insultan por pensar diferente, que no se mofan de quienes han tenido alguna desgracia, que no se imponen por la fuerza; en definitiva tendremos una sociedad construida por personas que aman.