martes, 25 de marzo de 2014

En Navarra faltan políticos de altura.

A unos días de la muerte de Adolfo Suarez, viene al pelo seguir pedaleando sobre la fallida Moción de Censura contra el Gobierno de Barcina, y es que había dejado pendiente analizar la causa principal de todo el lío que se montó, y no es otra que falta de altura de los políticos que tenemos en Navarra.

Evidentemente viene al pelo la figura de Adolfo Suarez. Ojo que fue un político en toda regla, es decir supo aprender donde le tocó estar, en el Movimiento Nacional del anterior régimen, supo auparse codeándose con quienes iban a tomar decisiones de calado en un momento crucial para España, cuando muere Franco se acerca al Rey, y consiguió hacerse con las riendas del poder, él siempre había aspirado a ser Presidente del Gobierno. Pero a Adolfo Suarez no se le reconoce en España por estos capítulos, son pasos imprescindibles para llevar a cabo las políticas que le tocaron implantar.

Lógicamente si no hubiera actuado así, no podría haber haber llevado a cabo la labor política que le correspondió liderar, la transición pacífica de España desde un régimen dictatorial a una democracia. Por eso sí es reconocido, porque supo liderar un proyecto de gran alcance, que en España dejasen de liarse a tiros una mitad de los españoles contra la otra mitad, cuando a unos no les gustaban las formas de gobernar de los otros. Es decir que prácticamente todos los españoles estuviésemos de acuerdo en aceptar unas mínimas reglas de juego para que después los ciudadanos decidiesen quiénes quieren que las pongan en práctica. Y cuando no estemos de acuerdo, votemos, en lugar de coger los fusiles. Y eso lo consiguió.

El problema de los actuales políticos de Navarra es que sólo se quedan en la primera parte, sólo procuran la búsqueda del poder, pero una vez que lo alcanzan no saben para qué están, no saben cuál es el alcance de su quehacer en el poder. Es decir, no saben que están para desarrollar las políticas que logren el bien común de todos los ciudadanos, políticas acordes a los momentos en los que les toca gobernar.

De Otano mejor no hablamos, engañando a sus socios de gobierno dio al trate con un ilusionante proyecto político que podría haber distendido enormemente la conflictividad identitaria de los navarros, capítulo todavía pendiente. Sanz utilizó sus argucias de viejo político para alzarse con el poder, de la mano de quienes realmente habían tenido el poder, y al principio lo intentó, pero enseguida sucumbió, le pudieron las influencias y acabó dejándonos la herencia que ahora tenemos.

Barcina tuvo sus inquietudes políticas legítimas desde joven, en primera instancia se acercó a CDN (recuerdo los besos que me dio en la noche electoral del 95), pero vio que por ahí no conseguiría nada. Se acercó a Miguel Sanz y ese sí que lo aupó. Como alcaldesa es más fácil, sólo con la imagen le valió. Pero llegar al Gobierno era otra cosa, ahí hay que hacer política de verdad y pactó con el PSOE, bien, y rompió el pacto con el PSOE, bien, pero se quedó… ¿cómo es posible que mantenga una presidencia que ha conseguido con los votos de alguien a quién expulsa del Gobierno? Tenía que haber convocado elecciones en ese mismo instante, o mejor aún, haber mirado por el bien común de los ciudadanos y mantener el pacto con el PSOE contra viento y marea. El “yo me quedo y los ciudadanos que se jodan” es precisamente “servirse” de los ciudadanos.

¿Y que decir de Roberto Jimenez? El problema del PSOE en Navarra viene arrastrándose desde Urralburu, con alguna excepción, no ha habido ningún líder, y quienes han regido el partido no han tenido ni capacitación política, ni altura política. Así que el “yo le echo a Barcina” es nuevamente intentar “servirse” de los ciudadanos, buscar un protagonismo personal que sólo trae negativas consecuencias para todos. Con un mínimo de altura tenía que haber hecho lo que no hizo Barcina, o bien luchar contra viento y marea para mantener la coalición, o bien pactar con UPN unas elecciones anticipadas.


Terminaría analizando al resto de personas que lideran los partidos navarros, pero ni tengo ganas, ni espacio. Algunos son buenos políticos pero bastante viejos, a otros les acompañan una historia difícil de digerir. Pero sí me gustaría destacar algunos nombres que me parece que han jugado un papel de altura: José Manuel Goikoetxea (PNV) buen alcalde de Alsasua, buen orador parlamentario, buena persona; Fernando Puras (PSOE), buen técnico de Diputación, buen abogado, buen político lo poco que le dejaron; Félix Taberna (IU), buen profesor universitario, supo moderar a la izquierda en sus formas, no en sus ideas con las que era coherente de verdad. Aunque ya sé que no soy muy objetivo, no me resigno a decir que desde que Juan Cruz Alli (CDN) dejó de ser Presidente del Gobierno de Navarra, no ha habido nadie más a ese nivel que haya gobernado Navarra “sirviendo” a los ciudadanos y no “sirviéndose” de ellos.

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