lunes, 28 de octubre de 2019

PEDALEANDO SOBRE CONCEPTOS EDUCATIVOS: 2. EVALUACIÓN

Una de las preguntas claves que debe hacerse todo profesor antes de iniciar un periodo de enseñanza es la siguiente: ¿cómo sabré que los alumnos han aprendido? Dependiendo de la respuesta “profunda”, planificará de uno u otro modo el proceso de enseñanza. Y digo “profunda” porque muchas veces la tradición, lo que siempre se hace, lo que nos obliga el sistema, etc. puede ser nuestra repuesta “superficial”. Veamos.

El propio centro educativo muchas veces tiene establecido un sistema de evaluación que determina que, “el alumno sabe si alcanza una puntuación superior a 5 en una prueba de examen”. Del mismo modo el sistema educativo en general establece que cuando el alumno ha conseguido superar todas las asignaturas de una Etapa (sea Primaria, Bachiller o Grado universitario) entonces se le concederá una titulación oficial que le servirá para su vida profesional. Por eso el empleador, en primera instancia o siempre -si se trata de la función pública-, mantiene un criterio de alumno que sabe como “aquel que en su día obtuvo determinadas calificaciones y adquirió una titulación oficial” precisamente la exigida para poder acceder a determinado empleo. Todo este sistema de exigencias de obtención de calificaciones, es obvio que determina una respuesta: “tengo que poner un examen para que el alumno supere una nota, por lo que debo enseñar a los alumnos a aprobar la asignatura”, de lo contrario, si no se cumple esa respuesta, los gurús de la calidad nos dirán que eres un mal profesor.

Por otro lado podemos contemplar el punto de vista del alumno, que se preguntará: ¿aprendo para saber o aprendo para aprobar?, y del mismo modo podrá dar una respuesta “profunda” o una respuesta “superficial” que vendrá establecida por la tradición, por las exigencias sociales e incluso por las expectativas que otro (padres, profesores, etc.) hayan podido poner sobre él. Así su reflexión será del estilo: “tengo que sacar un título, por tanto estudio para aprobar los exámenes que me lleven a alcanzar ese título”. Es evidente que el alumno quiere obtener una titulación para la cual se ha matriculado y es lógico que opte directamente por estudiar para “aprobar”, con todo lo que ello conlleva.

En ambos casos las respuestas son “superficiales”, es decir, vienen determinadas por los sistemas educativos vigentes y las tradiciones en forma de titulación, calificación, prueba, examen, etc. En definitiva lo que se denomina habitualmente enseñanza tradicional.

Vamos a pensar en unas respuestas más profundas. El profesor tiene la responsabilidad de enseñar a sus alumnos, por tanto es absolutamente necesario que su proceso de enseñanza se dirija hacia la existencia de un aprendizaje en el alumno; ahí cobra sentido la pregunta ¿cómo sabré que los alumnos han aprendido? La respuesta reflexiva debe dejar al margen “lo que siempre se hace” y buscar una fórmula real para poder evidenciar que el alumno ha aprendido efectivamente. De ahí podrán surgir numerosas y nuevas maneras de enfocar los aprendizajes, la metodología de enseñanza empleada planteará modos atractivos de aprender, el alumno podrá desarrollar caminos de reflexión, de pensamiento, de procedimientos con los que alcanzará los aprendizajes propuestos. En definitiva, si no tengo un previo sistema de evaluación establecido, el proceso de enseñanza puede ser enriquecido exponencialmente. De mismo modo, el alumno se deja guiar por los métodos de enseñanza del profesor, porque su foco está en lograr aprendizajes y ahí coloca su atención, sus ideas, reflexiones, esfuerzos, etc. y, efectivamente, aprende.


La experiencia lo demuestra, aunque no he realizado ningún estudio experimental en este sentido. Cuando los alumnos salen de la Universidad, saben algunos de los contenidos que se estudiaron para el examen, que les sirvieron para obtener un título. Sin embargo, en ocasiones, han aprendido muchas otras cosas a través del proceso de enseñanza del profesor, que no se las han calificado, pero que de seguro les van a ser más útiles que las calificaciones obtenidas. Esto nos deja a las puertas de los conceptos de enseñanza y aprendizaje… para otro día.

2 comentarios:

  1. Todo esto suena muy bonito, lo malo es que el día a día en clase es muy distinto. Mi alumnado (Formación Profesional Grado Medio) y sus familias lo que quieren es aprobar, el sistema (Departamento de Educación) ha puesto este curso todas las trabas posibles para suspender a quien no sabe. Nos enfrentamos a un ambiente social en el que no se valora el esfuerzo personal, todo el el esfuerzo del aprendizaje recae en el profesor, si el alumno no estudia el profesor debe hacer el esfuerzo de buscar un sistema de evaluación con el que aprueben pero sin haber estudiado lo que han suspendido.
    El alumnado generalmente no tiene su foco en lograr el aprendizaje ni coloca ahí su atención, lo suele tener en el triunfo sin esfuerzo que es lo que ven en tv y en youtube.

    Bueno que vaya todo bien, Víctor.
    Saludos de José Alberto García.

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  2. Gracias José Alberto por tu aportación, efectivamente "si no tengo un previo sistema de evaluación establecido" podría hacer muchas cosas... el problema es que lo tenemos y nos lo exigen... así poco podemos hacer. Un saludo.

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