jueves, 12 de junio de 2014

EDUCACIÓN Y SOCIEDAD

Como ya hice mención en entradas anteriores, la palabra (“logos” de Aristóteles) es lo peculiar del ser humano y le sirve para dilucidar lo justo de lo injusto, que será algo esencial en la constitución de la propia sociedad. También vimos que la incipiente educación de los seres humanos proviene de la transmisión de los aprendizajes entre quienes han aprendido las cosas útiles de la vida y quienes deberán aprenderlas, entre otras cosas para poder satisfacer sus necesidades vitales y para ser miembros de esa sociedad que debe proporcionar el “bien vivir” de sus ciudadanos.

Tanto en la Edad Antigua, como en La Edad Media y en la Edad Moderna, existieron instituciones para la transmisión de la cultura y de las letras, pero no existió una institución propiamente “educativa” de los niños y adolescentes, esa era tarea propia de la familia o, en el caso de quienes pudieran pagarlo, de personas “educadas” contratadas para tal fin. Por otro lado, sólo los “elegidos” (Emperadores, Reyes, Cortesanos, Aristócratas) son quienes deciden cómo debe organizarse la sociedad, y entre sus preferencias no estaba la educación de niños y adolescentes.

Es a partir de la Revolución Francesa cuando se da un giro al pensamiento político y social anterior, de forma que se plantea que cada ciudadano tenga la posibilidad de participar en las decisiones que establecen el orden social, por ello creen en la necesidad de “ilustrar” a los ciudadanos para que éstos puedan ejercitar verdaderamente y con criterio su participación social. Y entonces sí, apuestan por la “universalidad de la educación”, es decir que ya no sean solo unos pocos quienes aprendan a leer, escribir y los conocimientos básicos, sino que lo sean todos los niños y adolescentes.

Es muy ilustrativo lo que dice Condorcet en 1792 en un Informe y proyecto de decreto sobre la organización general de la instrucción pública: "Ofrecer a todos los individuos de la especie humana los medios de proveer a sus necesidades, de asegurar su bienestar, de conocer y ejercer sus derechos, de entender y cumplir sus deberes; asegurar a cada uno de ellos la facilidad de perfeccionar su industria, de capacitarse para las funciones sociales a las cuales tiene derecho a ser llamado, de desarrollar en toda su extensión los talentos que ha recibido de la naturaleza, y de este modo establecer entre los ciudadanos una igualdad de hecho, y hacer real la igualdad política reconocida por la ley: tal debe ser el primer objetivo de una instrucción nacional y, desde este punto de vista, constituye para el poder público un deber de justicia”.

Desde entonces serán numerosos los estudiosos de la Sociología quienes aporten sus planteamientos en torno a la sociedad y a la educación, y en concreto diferencien las funciones sociales de las instituciones educativas. Según opten por una u otra visión de la construcción de la sociedad, entenderán la educación de uno u otro modo.

Por mi parte prefiero seguir a Aristóteles y a quienes vieron en él al gran filósofo. De esta forma entiendo la sociedad como la organización de personas que conviven en aldeas (poblaciones, barrios, edificios) conformadas por familias, y que procuran el “bien vivir” (Aristóteles) o el “bien común” (Tomás de Aquino). Y entiendo la educación como la definió Tomás de Aquino: “conducción y promoción de la prole al estado perfecto del hombre, en cuanto hombre, que es el estado de virtud”. De este modo entiendo que la responsabilidad primera de la educación es de quienes han engendrado a la “prole”, es decir de sus padres, y en segunda instancia, serán los padres quienes organizados en sociedad establezcan otros modos de “educar” a su prole, a través de las instituciones correspondientes.

Por contra, quienes apuestan por filosofías cartesianas (Descartes) y las sociologías derivadas de ellas y construidas tras la Revolución Francesa, cambian radicalmente el concepto de sociedad como un conjunto de ciudadanos individuales, y cuya organización corresponde a la voluntad de todos ellos expresada libremente. Estos optan por una definición de educación como “instrucción e ilustración” de los ciudadanos individuales por parte del Estado, que es quien garantiza su derecho a ser miembros libres y responsables de la sociedad. Por lo tanto, para ellos la educación es responsabilidad de la Sociedad (del Estado) y no de la familia. Y esta tesis es la que salió victoriosa y se implantó en todo Occidente.


En mi modesta opinión y simplificando mucho, esto trajo consigo dos cosas: una positiva (la universalización de la instrucción en las primeras letras y saberes a los niños y adolescentes) y otra negativa (la obligación de los poderes públicos de decidir cuáles son los saberes que deben adquirir y organizar las instituciones que los imparten).

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