viernes, 20 de junio de 2014

La función social de la educación hacia los individuos

La mayoría de los estudios sociológicos actuales (que prácticamente son todos puesto que la sociología nace tras la Revolución Francesa), optan por denigrar las fórmulas de organización social del pasado y apostar por las derivadas de las declaraciones revolucionarias liberales o socialistas. Esto implica una visión casi unánime de que la responsabilidad de la educación de los individuos es del Estado y que las funciones que la educación debe tener son las de reproducir la organización social que exista en cada momento fruto de la decisión libre de sus ciudadanos. De ahí que haya pocos sociólogos de la educación que incorporen en sus manuales una función social de la educación centrada en el individuo y prácticamente todos tiendan a enumerar funciones sociales focalizadas hacia la propia sociedad.

Como ya dije en mi anterior publicación, apuesto por la idea de la educación centrada en la conducción de la persona a su pleno desarrollo como ser humano, y esta conducción es responsabilidad de sus progenitores, aunque estos deleguen en la propia sociedad algunos aspectos de la misma. En la medida que se conformen como personas humanas correctamente desarrolladas, mejor participación social podrán tener, incluso mejor interpretación de la propia sociedad podrán realizar, hasta el punto de estar capacitados para influir en los cambios sociales que perciban como necesarios para el “bien común” de los ciudadanos. En este sentido, algunas de las funciones de la educación hacia los individuos serán:

  • Individuos sanos-Desarrollo corporal.- La primera consecuencia de la educación es un correcto desarrollo personal del individuo y esto, especialmente en los primeros años, es una responsabilidad casi exclusiva de los padres: alimentarlos correctamente, enseñarles a ver las cosas, a tocar los objetos, a oler los alimentos, a gustarlos, enseñarles a caminar, hablar, escuchar, correr, vestirse, sonreír, alegrarse, enfadarse, dormir, despertarse, etc., todas aquellas acciones propiamente corporales y relativas al correcto desarrollo de sus sentidos y de sus emociones. Algunas tareas, especialmente en la situación actual de las familias que trabajan ambos progenitores, serán delegadas bajo una estricta supervisión a algunas instituciones sociales (Escuelas Infantiles).

  • Individuos reflexivos-Desarrollo de la inteligencia.- Lo propio del hombre es su capacidad de pensar, en este sentido la educación debe propiciar los elementos esenciales para desarrollar plenamente el pensamiento, como son la palabra, la idea, los conceptos, las relaciones entre ellos y su manejo en diferentes contextos: lectura, escritura, habla, contar, calcular, razonar los hechos, memorizar, imaginar, representar con símbolos, etc., todas aquellas acciones encaminadas a mejorar su potencial intelectual. Muchas de estas tareas los padres las podrán delegar en las instituciones especializadas (escuelas, institutos, universidades).

  • Individuos libres-Desarrollo de la voluntad.- Otro aspecto exclusivamente humano es la voluntad, con ella se desarrolla la capacidad de amar, la capacidad de elegir los medios que nos llevarán a nuestro fin último como seres humanos que es la felicidad, etc. La educación de la voluntad es la que nos hará ejercer la libertad como ciudadanos, y según cómo entiendan los progenitores qué es el amor, cómo se concreta la felicidad, etc., enfocarán esta educación de uno u otro modo. En general habrá que desarrollar el apego, los afectos, los sentimientos, controlar los gustos, controlar los instintos, aprender a decir que no, etc. Por supuesto que esta educación es exclusivamente responsabilidad de los progenitores y éstos tendrán que elegir entre las instituciones sociales que eduquen en consonancia con la visión del amor y la felicidad que tengan ellos.

  • Individuos justos-Desarrollo moral.- Es la capacidad de discernir entre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo. Según dónde se haya puesto el foco y cómo se haya educado la voluntad, la persona estará más o menos capacitada para optar por lo que considera justo y bueno y desechar lo que considera injusto y malo. A partir de ahí se procurará desarrollar en la persona los valores o virtudes que le encaminen hacia lo justo y bueno que le otorgará la felicidad: fe, esperanza, amor, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y todos sus valores derivados: puntualidad, laboriosidad, generosidad, sinceridad, sobriedad, desprendimiento, orden, etc. Esta tarea es, por supuesto, responsabilidad de los progenitores y procurarán que las instituciones educativas en las que se encuentren sus hijos, estén en consonancia con ellas.


A estos aspectos me refiero cuando digo que el Estado no puede arrogarse la función de educar a los ciudadanos, porque la educación como persona es exclusiva de sus progenitores (o padres legales), y éstos decidirán libremente a quienes encomiendan parcialmente esa tarea cuando ellos no pueden ejercerla directamente.

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