martes, 4 de noviembre de 2014

La responsabilidad social.

El concepto de responsabilidad que ha ha ido calando en nuestra sociedad occidental desde hace miles de años, está muy unido a la culpa por la mala actuación o pecado, propia del judaísmo y que se encuentra explícita en la Biblia (“Este proceder hizo caer en pecado a la casa de Jeroboam y fue causa de su perdición y su exterminio de sobre la faz de la tierra”. I Reyes 13, 34). De esta forma, el concepto negativo de responsabilidad hace que se vea al responsable como quien carga sobre sí con una condena. Así la pregunta “¿quién es el responsable?” es sinónima de “¿quién es el culpable?” y por tanto cae sobre él toda la carga de su culpabilidad y es condenado.

También a lo largo de las épocas antiguas, medievales e incluso modernas, la responsabilidad de las personas estaba muy ligada al premio o castigo posterior que se derivaría de sus acciones, haciendo especial hincapié en las consecuencias mortales (del alma) cuando estas acciones fuesen graves pecados. No es de extrañar que durante siglos y hasta nuestros días, el término popular de responsabilidad siga estando muy unido al de culpabilidad de la tradición judeo-cristiana, de ahí que sea tan frecuente “buscar al culpable” cuando existe un problema, como sinónimo de “buscar al responsable” o causante de dicho problema.

Desde la filosofía clásica la responsabilidad, no se fijaba tanto en la condena que podía recaer sobre la mala acción de las personas, sino que estaba íntimamente unida a la actuación libre de cada persona. En la medida que somos libres, somos responsables de nuestra actuaciones, por tanto asumimos las consecuencias derivadas de ellas, sean estas positivas o negativas. En este sentido la responsabilidad es una consecuencia de nuestra libertad.

Poco a poco se fue dando la vuelta al término responsabilidad hacia un lado diferente, y sin duda ayudaron a ello las reflexiones de la moral kantiana, que conjugaba la responsabilidad como el cumplimiento del deber, así la responsabilidad es la cualidad de la persona que es consciente de las obligaciones y actúa conforme a ellas. En este sentido la pregunta ¿quién es el responsable? es sinónima de ¿quién tiene la obligación de realizarlo?

El concepto de responsabilidad que se desprende del diccionario en la actualidad, es la “capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”, acercándose a la idea de la filosofía clásica de que la responsabilidad es la obligación de dar cuenta de las consecuencias derivadas de los actos libres.

Pero si al concepto responsabilidad le añadimos el adjetivo "social", parece que hablamos de otra cosa. A lo largo de la historia antigua, los males sociales eran más fruto de los malos espíritus, de castigos por actuaciones de sus antepasados, etc. Por lo que no se suponía que pudiese haber una respuesta entre los hombres, eso era cosa de dioses y de la naturaleza, y por tanto prácticamente nadie asumía una responsabilidad social ante las desgracias de los demás.

Con la llegada del cristianismo y su expansión en la civilización occidental, el concepto de responsabilidad sí que adquiere un carácter social. En este caso se trata de ser responsables en cuanto al deber de actuar sobre los demás de forma correcta (“tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros” Mateo 7, 12), que posteriormente se va concretando en la ayuda, por parte de personas e instituciones, para cubrir las necesidades o carencias de otras personas. Así la responsabilidad sobre los males de las personas (la responsabilidad social), la asumen los cristianos más comprometidos con su fe, los religiosos y religiosas que atienden durante siglos, prácticamente en exclusiva, a los “desheredados” de la sociedad.

En términos modernos, la responsabilidad social podríamos decir que la acuña Hans Jonas como el deber primario del hombre, que reside en asegurar el futuro de la Humanidad, la permanencia de la vida humana auténtica en la Tierra. Habermans da un paso más y señala que no se trata sólo del deber de supervivencia del género humano, sino de la construcción de las estructuras y contextos sociales para que todos puedan participar en igualdad de oportunidades y derechos en el discurso, determinación de necesidades, defensa de sus intereses y búsqueda de soluciones justas para todos.

Actualmente se utilizan definiciones más concretas y que nos puede resultar de mayor utilidad, por ejemplo esta de Viteri: “Responsabilidad Social es el compromiso de identificar los problemas de interés público como: medio ambiente, pobreza, desigualdad de ingresos, atención de salud, hambre, desnutrición y analfabetismo y, que compete a todo tipo de organizaciones (empresa, estado, universidad), para emprender acciones que generen impactos positivos en la sociedad, con el aporte de soluciones basadas en la transparencia, pluralidad, sustentabilidad y ética, siendo la meta el desarrollo sustentable del ser humano y su entorno”. (Jorge Viteri Moya. Responsabilidad social. Enfoque 1: 90-100. 2010. Quito, Ecuador. Universidad Tecnológica Equinoccial).

No voy a dar una definición de responsabilidad social, pero sí quisiera volver hacia la que se desprende del Evangelio, que viene a decir que serán "benditos de Dios Padre" quienes actúen libremente: dando de comer al que tiene hambre, dando de beber a quien tiene sed, vistiendo a quienes están desnudos, dando cobijo a quienes no disponen de él, visitando a las personas que están enfermas, yendo a ver a quienes están en la cárcel.

Al final la responsabilidad social parece que es una cuestión personal, y no sólo de las estructuras, para empezar podemos ir ejerciendo las acciones señaladas en el Evangelio, lógicamente traduciendo las situaciones a nuestra realidad social de hoy.

Seguiremos pedaleando sobre ello en una próxima ocasión.

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